74 días
74 días
Haber tenido una estadía con ese número de días me ha sido suficiente en este lugar, acepto que el primer día que llegué no tenía ni idea de lo que haría. Decidí quedarme pese a mi voluntad, fui demasiado optimista al creer que podría encontrar un trabajo rápido y que me fuera al menos remunerado con lo justo, creo que andar cierto tiempo de viaje me había alejado un poco de vivir la realidad económica y política de México. Fue estresante no encontrar un trabajo que cubriera mis expectativas dada la experiencia con la que contaba además de sentir el yugo de ser discriminado laboralmente por el simple hecho de no ser residente de acá, en más de alguna ocasión tuve que tragarme la frase “ Es que eres de fuera” ¡como si eso importara!. En fin, me tocó sentirme extranjero en mi propio país.
No soy adepto a creer en el destino o supersticiones, sin embargo los sucesos que me fueron sucediendo pareciera que el destino se empeñaba en complicarme la estancia por estos rumbos, pocas oportunidades de empleo (cabe señalar que no es situación exclusivo de ésta ciudad), el no acoplarme pronto al estilo de vida de acá, mi poca tolerancia al calor, un desadaptado que me despojo de lo poco que había conseguido ganarme con la venta de algunas postales, ese día venía de una entrevista de trabajo que para variar resulto un rotundo fracaso. No me quedó de otra más que caminar a casa bajo el intenso sol.
La constante duda metida en mi cabeza de si regresar a casa o seguir en busca de opciones que dieran pauta nuevamente a continuar con el camino por mi México lindo, la idea de seguir recopilando la información y compartirla me ponía nuevamente en ánimo de darle y rascar las oportunidades.
El primer mes fue patético y apático, había conocido prácticamente nada y realmente no tenía el interés, con un trabajo que te mantenía 12 horas enclaustrado y una paga igual de miserable no daban ganas de salir después de la jornada laboral, lo reconfortante era poder ir al mercado por las mañanas y que los gritos de las locatarias salieran por todos lados con frases como “güerito ven aquí, papi chulo que le doy, morenito, mi amor pásale, totopo güero, nene, eso a cualquiera le hace caminar erguido y con la barbilla levantada. Afortunadamente llegó algo mejor al mismo tiempo que la visita de una buena amiga junto con sus hermanos, fue hasta entonces que comencé a conocer la zona, sonrisas, platicas y ratos amenos es lo que me dejó.
Justo se fueron ellos yo tendría que hacer yo lo mismo del lugar donde rentaba, me disponía a cambiarme con un conocido que con el tiempo se hizo un buen amigo. Una noche la cual no quería salir me toco escuchar música en vivo, era cuestión de bajar las escaleras del departamento cruzar la calle y llegar a la plaza principal para escuchar más de cerca, preferí escucharla de lejos casi toda la participación de la banda, poco antes de que terminaran de tocar me pare e hice eso que dije anteriormente, bajé, cruce la calle y estaba justo frente de la banda, acabándose su presentación me acerque para saber de ellos. Fue cuando conocí a Ángela de ahí fue que socialice, conocí las tradiciones de acá, hice amistades y mi estadía se fue haciendo más agradable. Conocí, viví, reí, comí, bebí, participe y disfrute de las tan esperadas “Velas” de Salina Cruz. Pesé a que es casi inevitable recordar el pasaje “ Todos vivos todos muertos” que citaba Octavio Paz en su libro “El Laberinto de la Soledad” donde hace referencia al ímpetu del mexicano de vivir la fiesta en grande echando la casa por la ventana, olvidándose de todo el acontecer a su alrededor.
Y sin embargo es impresionante tanto colorido y tanta vida aglomerado en un solo lugar, la algarabía emanaba de los poros de cada Istmeño, y todo mundo es bienvenido a comer y beber.
Sus playas no son las mejores en cuanto a infraestructura, pero al igual que la mayoría de las playas de Oaxaca tienen sus misticismos en el reventar de cada ola, su tranquilidad te hipnotiza y hace que te pierdas en el tiempo.
Ya mañana es tiempo de retomar el camino y me voy con un bosquejo de nostalgia y con la alegría de saberme bienvenido si decido volver, me empezaba a habituar inclusive al calor. Es tiempo de decir hasta pronto al Puerto de Salina Cruz, espero que mi andar algún día me arrastre hasta acá, mientras tanto hay que ir haciendo maletas que es tiempo de partir…